La insulina es una hormona segregada por el páncreas y que ayuda a que la glucosa penetre en las células para que estas obtengan energía.
Si el cuerpo no produce insulina de forma natural (diabetes tipo 1) o no produce la suficiente o no la usa de forma adecuada (diabetes tipo 2), la glucosa permanece en la sangre.
Con el tiempo la acumulación de glucosa en la sangre puede causar daños renales, neurológicos, cardiacos, problemas de visión (e incluso ceguera) y vasculares, entre otros.
La boca no se libra de complicaciones derivadas de la diabetes y con frecuencia los pacientes sufren gingivitis, periodontitis, la pérdida de piezas dentales, lesiones en la boca y xerostomía o boca seca.
La diabetes no siempre produce síntomas evidentes y de hecho hay personas que no saben que la padecen. Algunos de los síntomas de la diabetes son atribuibles a otras enfermedades y pasan desapercibidos si no se toman en conjunto.
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